
romperán con nuestra rutina diaria, celebrando de forma especial con familiares y amigos. En estas comidas realmente debemos tener un especial cuidado con los entrantes, los postres y las copas finales, porque suelen ser una inyección de calorías y grasas que elevan nuestro colesterol. Para ello se recomienda: Cocinar las cantidades justas para que no queden sobras en los días siguientes. Tomar un aperitivo 30 minutos antes de la comida principal, consiguiendo un efecto aperitivo que reducirá nuestro apetito. En los entrantes evitar los fritos, los quesos grasos, los embutidos, o mayonesas. En
el plato principal basta con seleccionar la ternera, el redondo de pollo o el pescado en vez del cordero o el cerdo, y elegir el horno, la plancha, el asado o cocido evitando los fritos, rebozados o empanados. En cuanto a los postres, con intentar reducir su consumo a raciones moderadas será suficiente. También se aconseja entrenar nuestro corazón para manejar el estrés y controlar las emociones. El cierre del ciclo anual tendemos a hacer autobalances y en función del grado de satisfacción que se experimenta, aumentan nuestra susceptibilidad al estrés y a la ansiedad. Por todo ello, es importante vivir estas Navidades pensando en el corazón, tanto en el sentido literal, como figurado, sin aumentar nuestro peso, buscando el calor familiar y reduciendo el riesgo cardiovascular.
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